Discernimiento vocacional



Llegan al monasterio, o se ponen en contacto con él por teléfono, carta o correo electrónico, jóvenes y no tan jóvenes que dicen quieren ser monjes. Es decir, creen tener vocación a la vida monástica. ¿Qué hacer? Es el momento de comenzar un discernimiento vocacional. Para esto hay premisas importantes que hay que tener en cuenta.
En primer lugar hay que tener presente que todo hombre que viene a este mundo tiene dos grandes vocaciones, es decir llamados de Dios, que esto significa vocación: el llamado a la vida y el llamado a la santidad. El llamado a la vida es patente, sin este llamado de Dios no se llegaría a la existencia.

Vocación


La vocación a la santidad para todos, es algo menos conocido; pero muy claramente expresado por el Concilio Vaticano II en la Constitución Lumen Gentium: "Si bien en la Iglesia no todos van por el mismo camino, sin embargo, todos están llamados a la santidad y han alcanzado idéntica fe por la justicia de Dios (cf. 2 Ped. 1,1). Aún cuando algunos, por voluntad de Cristo, han sido constituidos doctores, dispensadores de los misterios y pastores para los demás, existe una auténtica igualdad entre todos en cuanto a la dignidad y a la acción común a todos los fieles en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo." (L.G. 32). De esta Constitución del Vaticano II conviene leer todo el Capítulo V, que lleva por título: " Universal vocación a la santidad en la Iglesia".

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Caminos o vocaciones

Este llamado a la santidad se concretiza para cada persona en distintos Caminos o vocaciones. Podemos distinguir vocaciones totalizantes y vocaciones no totalizantes.

Vocaciones totalizantes

Abarcan todo el hombre y toda su vida o al menos todo su presente.
Vocaciones no totalizantes: no abarcan ni toda la vida, ni todo el tiempo.
Son vocaciones totalizantes: El Matrimonio el celibato, que puede ser el celibato sacerdotal, el celibato de la Vida Religiosa, el celibato del Laico consagrado, o simplemente celibato; pero aceptado...
Las vocaciones no totalizantes pueden ser estables: médico, docente, etc. ; o puntuales: ayudar a un necesitado, prestar algún otro servicio, etc.

En la Sagrada Escritura

Tenemos muchos relatos de vocación: la de Abrahán, la de Moisés, la de los profetas, la Anunciación de la Virgen, el llamado de los apóstoles. Estos relatos casi siempre entrañan un signo milagroso: la voz de Dios, la zarza que no se consume, el Ángel Gabriel, etc. Evidentemente que estos signos milagrosos fueron la culminación de otros signos "normales".

A nosotros hoy

A nosotros Dios no nos va a mostrar su proyecto, nuestra vocación, con milagros.
Nos va a hablar al corazón y nos va a ir poniendo signos. Generalmente uno solo no es suficiente,
pero llega el momento en que la suma de los signos resulta muy clara.
Para un buen discernimiento vocacional es imprescindible la oración: "Señor, muéstrame tu proyecto.
Señor, no me dejes equivocar el camino". Esta oración sin duda será escuchada: "Todo lo que pidan al Padre en mi nombre..."

Discernimiento

HTML5 Icon Para un discernimiento vocacional es imprescindible una profundidad de vida que nos la capacidad de interpretar los signos. Dios, que desde toda la eternidad, acunó en su corazón de Padre su proyecto de amor sobre cada uno de nosotros, si ponemos oración y profundidad de vida no dejará de revelárnoslo.







Los primeros pasos

¿Cuáles son los pasos concretos del proceso de discernimiento vocacional en nuestro monasterio de El Siambón?
Para ingresar al monasterio es requisito tener terminada al menos la escuela secundaria.
Es deseable que el candidato vaya conociendo el monasterio con sucesivas estadías en la hospedería. Esto algunas veces se hace difícil por las distancias y muchas otras por razones de trabajo. Pero no hay que olvidar que no hay opciones sin renuncias...
Antes del ingreso el candidato tendrá que pasar al menos un mes de discernimiento fuerte. En ese tiempo el candidato se integra casi totalmente a la vida de la comunidad monástica para conocerla más directamente, para que la comunidad lo conozca y él pueda conocer a la comunidad con una perspectiva más realista.

Ya en el claustro

Una vez ingresado los tiempos están marcados por la sabiduría de la Iglesia. Hay un tiempo de postulantado que dura como mínimo seis meses y como máximo dieciocho.
El noviciado dura de un año a un año y medio. Son tiempos de discernimiento en que el candidato y la comunidad en un clima de libertad y serenidad buscan cuál es el proyecto de Dios sobre el postulante o el novicio.
No todos los que empiezan el postulantado o el noviciado llegan a su término. No se trata, generalmente, de un fracaso o de infidelidad; sino de ver que este no es el camino. En este caso ni el candidato ni la comunidad monástica deben vivir la situación en forma traumática sino con la alegría de haber podido ver con claridad el proyecto de Dios. La comunidad monástica tiene que despedir al que se va alentándolo a que siga buscando el camino hacia la santidad sin complejos ni resentimientos.
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Profesión temporal o simple

Terminado el noviciado vienen tres años de profesión temporal que pueden extenderse hasta un máximo de nueve. En estos años todavía subsiste la pregunta si es este el camino que Dios ha elegido; pero sobre todo es un tiempo de formación en vistas al sí definitivo al llamado de Dios.

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Profesión solemne

Este sí definitivo se concretiza en la profesión solemne. Ese día el profeso promete abrazar definitivamente la vida monástica. Es una alianza que Dios ofrece al elegido y que este acepta, consciente de que la fidelidad será un don del Dios que lo ha llamado.

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Abad Benito Veronesi osb.-



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